Yo que hablé tanto, tanto, tanto y tanto
que siempre fui un charlatán del viento
un mayorista de palabras, siento
que no me queda voz para tu canto.
Y hoy que, temblando, mi canción levanto
se quiebra en mi garganta el sentimiento
y ya más que canción es un lamento,
y ya más que lamento es solo un llanto.
Adelgázame, Amor, mi voz ahora,
déjala ser silencio, llama pura,
río de monte, soledad sonora,
álamo respirando en la espesura.
Déjame ser un pájaro que llora
por no saber cantar tanta hermosura.
José Luis Martin Descalzo.
Testamento del pájaro solitario
Imagen «El arte que veo«